Las araucarias y el río Agrio nos brindan un paisaje soberbio hasta que el camino de ripio nos indica que debemos bajarnos del automóvil que nos lleva hasta allí.
De fondo, el volcán Copahue se encarga también de custodiar este lugar de semejante belleza, increíble apenas se lo mira.
Un gigantesco salto de agua cae al vacío desde aproximadamente 60 metros de altura y estalla en una pequeña laguna que espera debajo con sus aguas inmóviles, como si desde hace años hubiesen estado unidos chorro y laguna.
El ruido gana la escena y son innumerables las sensaciones que nos invaden: ganas de gritar, de llorar, de salir corriendo para ver qué hay del otro lado de la cascada.
El color oro tiñe las piedras, por lo que muchos se acercan hasta ellas para ver realmente su coloración. El azufre es tal, que nos confunde y resulta divertido para nuestros ojos.
El Salto del Agrio, que según cuentan los mapuches originarios de la zona fue siempre un lugar de culto y de agradecimiento, es custodiado por un grupo de araucarias que junto al volcán Copahue le agregan color a esta verdadera postal.
Un lugar para deslumbrarse, sencillamente un sitio imperdible para conocerlo y fotografiarlo.